Per-Donar

La palabra perdón, como tantas otras, está muy presente en nuestro vocabulario. Sin embargo, la mayoría de las veces que se pronuncia, se hace como si fuese una palabra muy ausente de sentido.

¡Perdón! decimos si nos chocamos a alguien, ¡Perdón! cuando llegamos tarde, ¡Perdón! cuando no pudimos cumplir con alguna promesa que hicimos, ¡Perdón! por decir algo que sabemos es desubicado o fuera de tono, etc.

La palabra Perdón, al igual que Gracias en otros contextos, se ha convertido en una cordialidad, en un acto de buena educación y respeto.

Pero ¿qué es realmente perdonar?

La Acción de Perdonar

Algunas terapias alternativas, técnicas y filosofías como el  Ho’oponopono e incluso la religión, convergen en que perdonar es un acto sanador y liberador.

Seguramente has oído la frase: “Errar es humano, perdonar es Divino”

A lo largo de mi vida me he encontrado incontables veces con el consejo de personas que, viéndote sufrir quieren ayudarte diciéndote: si quieres sanar, debes perdonar.

Inclusive yo misma me he situado en la vereda de enfrente diciéndole exactamente las mismas palabras a alguien más. 

Sin embargo, por muy fácil que parezca decirlo, no parece tan sencillo a la hora de hacerlo. Aunque en esencia no debería porqué ser así. Perdonar debería ser algo muy fácil.

¿Sabes cuándo se torna tan difícil? Cuando intentas hacerlo desde la mente y no desde el corazón.

Perdonar no es algo que puedas repetir como una mera palabra sin esbozar un sentimiento. 

Perdonar es una acción que debe nacer desde lo más profundo de tu corazón.

Para entenderlo mejor, quizás la etimología de la palabra puede ayudarte.

Per-donar viene del latín y significa para donar.

Todos sabemos que donar es sinónimo de dar. Por ende, perdonar se convierte en una maravillosa oportunidad para dar.

¿Para dar qué?

Vamos por parte…

¿Quién es el que debe perdonar?

Unas líneas arriba dijimos «Errar es humano y Perdonar es Divino»

Tu parte humana – entendiendo por tal, nuestra expresión cambiante y perenne – pudo haber cometido muchos errores. Pudo haberte juzgado mil veces por cometerlos e, incluso, intentado perdonarlos sin éxito.

Pero tu parte de Divina – aquella voz de la conciencia que se deja oír desde lo más profundo de tu corazón cuando todo tu ser se encuentra en calma – tiene la capacidad de enmendar cualquier error. Simplemente porque no juzga, no critica, no castiga, ni condena. Simplemente amando libera (y así perdona).

¿Por qué habríamos de perdonar?

Si algo requiere de nuestro perdón es porque hemos cometido el error de dejar que el dolor o el rencor nos invadiera en algún momento.

Eso que hoy te cuesta tanto perdonar es como un ancla, un dolor que aún está latente y revive cada vez que piensas en él.

Puede que tal vez este no sea tu caso y hayas elegido negar el dolor y reprimirlo hasta el punto de anestesiarlo para poder seguir adelante.

Pero sea como fuere, si alguna vez hubo dolor, si alguna vez hubo rencor, en algún lugar del mundo y en algún momento de tu existencia tendrás que hacer la tarea de reemplazarlos por amor. Porque lo que debes dar cuando perdonas es amor. Así es, Perdonar es dar amor.

No perdonas a personas, amándolas te liberas

Al momento de perdonar, por lo general, pensamos en personas o situaciones a las que deberíamos perdonar o en personas que sentimos que deberían pedirnos perdón.

Cuando le ponemos rostro a los errores cometidos, creyendo que a tal o cual persona le debemos dar nuestro perdón o tal o cual persona debe darnos el perdón a nosotros, cometemos el error de humanizar el acto de perdonar.

El error que pudo haber cometido X persona, llegó a tu vida porque una parte de ti (aunque inconsciente) habilitó que eso pasara. No hay encajes por azar.

Es harto conocido que existen múltiples casos en los que huir de una circunstancia o alejarse de una persona, no ha funcionado. A la corta o a la larga, las mismas situaciones se vuelven a generar en otros contextos.

¿Te suena familiar el comentario: ¡pobre, el ex marido la golpeaba y la nueva pareja que tiene le hace lo mismo!?

Las personas son personajes en este escenario llamado vida. No perdonamos personas. Perdonar personas sería como justificar los errores que previamente culpamos por haber sido cometido.

Perdonar es una oportunidad para poder amar aquellas situaciones, personas, lugares o circunstancias en las que no pudimos expresar el amor. 

Perdonar es emitir y liberar una efusión de amor divino.

Amando entiendes que lo que aparentemente esa persona te hizo, simplemente lo hizo. Podría habérselo hecho a otra persona pero te lo hizo a ti y ante ello siempre tuviste dos opciones: juzgar o liberar.

No importa la acción que hayas realizado al respecto. No importa si te fuiste de tu casa porque te golpeaban o te quedaste en ella dejando que lo hicieran. De cualquier manera, lo que determina el perdón es lo que sientes en el momento de realizar cualquier acción.

¿Te quedaste por temor? ¿Te fuiste con rencor? en ninguno de ambos casos expresaste el amor.

Pero ¿cómo voy a amar a quien me golpeó? Nadie dijo que amar a las personas sea el remedio. Amar a la persona – a la parte humana errante – es seguir detrás del error. No puedes amar la injusticia ni el dolor que esa persona te representa o esperar que esa persona cambie para poder amarla. Lo que sí puedes amar desde el momento cero y en todo momento es lo que hay de divino en esa expresión humana o en esa situación.

Por más oculta que se encuentre la esencia de una persona jamás es invisible para los ojos de Dios.

Dando amor te liberas, dando amor sanas. No necesitas decirle perdón a nadie, no necesitas escribir una carta. Si te ayuda, en hora buena. Pero perdonar es un acto divino que acontece en tu corazón.

Y todo lo dicho vale igual para cuando a quien debes perdonar es a ti mismo.

¿Qué sentido tiene pedir perdón?

Siguiendo la lógica de lo que venimos hablando, pedir perdón no tendría mucho sentido puesto que el perdón no se pide, se da.

Si pides perdón, esperas que alguien – desde su parte humana – te excuse y te libere de tus errores. Lo cual puede que suceda o puede que no.

Pero si ante una falla tuya o de otro simplemente dices perdón o lo piensas internamente y, en cualquier caso, sientes un profundo y gran amor, tu ser divino se encargará de la tarea de liberarte y poco importa que esa efusión de amor provenga de tu propio sí divino o del de la otra persona, porque al fin de cuentas es uno y el mismo.

Escribe en los comentarios si lo deseas. Siempre es una alegría poder leerte 🙂

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