¿Has oído hablar acerca de las investigaciones del Dr. Lipton? Por si no conoces del tema, te lo presentaré brevemente.
Bruce Lipton es un reconocido biólogo celular que ha hecho un aporte muy significativo en la ciencia de la genética.
Gracias a sus observaciones versadas en el comportamiento de nuestras células, el Dr. Lipton nos transporta a una realidad completamente diferente y alejada de los antiguos modelos deterministas, que nos hacían creer que estábamos condenados a heredar la genética de nuestros ancestros.
En pocas palabras, sus estudios revelan que ya no podemos seguir sosteniendo que somos víctimas de nuestros genes sino más bien, Maestros de nuestro entorno.
¿Qué significa esto?
Veámoslo del siguiente modo.
Se realizó un experimento en el que se colocaron células genéticamente idénticas en diferentes medios de cultivo. En un medio éstas formaron músculo, en otro, hueso y en otro, grasa.
¿Cuál fue la conclusión?
El medio ambiente es el que determina la actividad de la célula.
Por lo tanto, la hipótesis que sostenía el determinismo genético, esta es, que los rasgos, emociones, características y demás factores que nos conforman están determinados por nuestros genes, no es cierta.
¿Por qué es importante comprender esto?
Si los genes son los que controlan tu vida, significa que eres víctima de tu herencia.
Esto te colocaría en la situación de padecer lo que se conoce como «enfermedades hereditarias».
Pero si la realidad es otra y es el entorno el que determina la actividad de tus células, cambiando el entorno, cambias la manera en la que tus células se expresan y te vuelves Maestro de tus genes.
Con ello no tienes porqué reproducir ninguna enfermedad, ni mucho menos preocuparte de transmitirla a tus generaciones futuras.
Una cuestión fundamental
Las células no tienen contacto directo con el medio ambiente. Se relacionan a través de él a partir de los estímulos que reciben por medio de nuestro sistema nervioso.
Por lo tanto, es nuestra percepción del medio la que determina su actividad, no el medio en sí.
Cuando nuestra mente interpreta el entorno no capta una información real, es decir, objetiva del mismo, solo hace una interpretación.
Como decía Nietzsche:
“No hay hechos sino interpretaciones”.
Si prestas atención, un mismo acontecimiento puede ser interpretado de diferentes maneras según quien lo esté observando.
Pongamos por caso un accidente. No será interpretado de la misma forma por el conductor de la moto, que por el conductor del auto, ni por la transeúnte que venía cruzando la esquina, ni por la persona que estaba viéndolo desde su ventana.
Pero no solo los sentidos influyen cuando captamos un hecho, sino también las creencias que tenemos respecto a los mismos.
Valoración
Las creencias le pueden agregar una cuota de dramatismo o restarle importancia según sea quien esté relatando la vivencia.
Las creencias aportan algo que se llama “valoración” y ésto es lo que también influye al momento de interpretar lo que sea que esté sucediendo.
Volviendo al tema del entorno y de cómo nuestras células se modifican a partir de lo que percibimos de él, tal como lo explica el Dr. Lipton, una persona podría perfectamente estar en un ambiente favorable, saludable, rodeada de afecto, pero percibirlo de manera negativa.
De este modo, las células no se enterarían nunca de que es un entorno saludable y reproducirían en el cuerpo sólo lo que la mente es capaz de interpretar.
Lo maravilloso de esto es que cambiando nuestra percepción, nuestras creencias, nuestra manera de ver la vida, cambiamos la manera en la que percibimos el entorno, y con ello, nuestras células pueden manifestar una nueva realidad… Quizás esa que siempre estuviste buscando.
Tú decides
Comprendiendo que no estamos atados a replicar nada, podemos entender que, como toda herencia que llegue a nuestras manos, la podemos aceptar o rechazar.
Si aún crees que la genética de tu cuerpo puede tener un poder sobre ti sería bueno que te preguntaras:
¿Con qué me estoy identificando?
Porque sólo quien se percibe como un mero cuerpo físico puede sentirse atado a las cadenas de su biología celular.
Pero si te reconoces como el Ser perfecto y Completo que eres, dotado de todas las cualidades requeridas para manifestar su perfección en este plano, las palabras de Lipton cobran sentido y podrás asegurar:
“No soy víctima de mis genes, soy el maestro de mi actividad genética”.
Para profundizar más sobre el tema te recomiendo seguir con: ¿Heredamos o elegimos heredar?
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