Al momento de elegir lo hacemos sobre la base de un criterio. Un criterio de lo que creemos que está bien y de lo que está mal, de lo que es mejor para nosotros o para otras personas, de lo que pensamos que es justo o injusto, etc.
Este criterio con el que decidimos no solo está condicionado por los miedos que absorbemos, inseguridades y demás, sino también por lo que nosotros mismos agregamos a partir de deducciones y predicciones que hacemos sobre el futuro; sobre lo que va a ocurrir si optamos por una cosa y desechamos otra.
Parece sencillo afirmar que el momento es ahora y el futuro es una gran página en blanco. Sin embargo, al momento de tomar una decisión que implica un cambio en lo personal, tal como podría ser la elección de una profesión, oficio o trabajo, la incertidumbre sobre lo que pasará está presente a modo de interferencia.
Preguntas del tipo ¿Qué harás con el título? ¿Qué salida laboral tiene tu profesión? hacen que nuestra atención se desplace al momento de la “salida al mundo laboral” generando así una preocupación sin sentido en situaciones que no son inminentes.
No tener las respuestas a estas preguntas consiguen muchas veces que desistamos de una inclinación natural por un “problema” que aún no existe.
Ocupamos el tiempo y malgastamos energía girando en torno a una incertidumbre lógica por la que es ilógico preocuparse. Más aún, en la era de la tecnología que estamos transitando, posiblemente muchas de las ocupaciones que formarán parte del ámbito laboral aún no se han creado, lo cual convierte al problema de pre-ocuparse por un futuro mediato, aun más innecesario.
El temor a equivocarse
Ahora bien, la preocupación por lo laboral en lo que respecta a la vocación no es lo único que puede condicionarnos al momento de elegir. Otro condicionante que puede presentarse es el temor a equivocarnos.
Esto ocurre cuando pensamos que lo que decidamos hoy nos condicionará para toda la vida y no es así. Siempre podremos cambiar de decisión y ni la persona con más certeza está excenta de querer replantearse el camino en algún momento.
Que esto ocurra no solo es sano sino que es absolutamente normal, por el simple hecho de que constantemente estamos cambiando y nunca somos los mismos que fuimos ayer.
Quizá algunas personas nunca han encontrado su vocación, como así también otras siempre han tenido muy claro lo que anhelaban para su vida. De una u otra manera, creer que es demasiado tarde para encontrar nuestra vocación o creer que ya no es momento para permitirnos darle un giro en nuestra vida, son tan solo excusas para postergar nuestros deseos más genuinos y hacer oídos sordos a nuestro llamado interior.
Te lo digo por experiencia 😉
Actividad
- ¿Qué es lo que esperas que le aporte a tu vida un oficio o profesión?
- ¿Hay algo en relación al futuro que te preocupe?
- ¿Cómo te hace sentir la posibilidad de dejar un camino para cambiar de rumbo?
Escribe tus respuestas y todo lo que venga a tu mente.